Alimentación y deporte: Pack inseparable
Es irrelevante ser personas habituadas a la práctica deportiva o no, cuidar nuestra alimentación siempre será un hábito a cuidar indispensablemente. Hay quienes tienen arraigada la costumbre de la práctica deportiva y creen que, tan solo con eso, pueden descuidar el aspecto alimenticio. Es un mal hábito que puede desembocar en problemas de salud y repercutir en el rendimiento.
Diríamos que, en un porcentaje, el 35% sería el deporte. El 65% restante corresponde a la alimentación, que es elemento imprescindible para completar un buen círculo. Para fomentar un hábito saludable hay que entender bien qué se come y cómo se relaciona durante la práctica deportiva. Si no, por mucho empeño, podríamos hacer una mala gestión que acarree problemas a distintos niveles digestivos.
Cuando se quiere comenzar con una rutina deportiva que genere un buen rendimiento, la alimentación es el primer factor a tener en cuenta. Siguiendo las pautas básicas de una correcta alimentación, este tipo de nutrición aplicada al deporte se enfoca en adaptarse, de forma personalizada, a los entrenamientos. Con ello se busca optimizar el rendimiento y acelerar la recuperación de la persona. Para ello, se adapta un plan de nutrición que guía y educa la alimentación de la persona: qué comer, qué beber, cuándo, qué cantidad, etc.
Además, varía en función del estado de la actividad deportiva. ¿Qué queremos decir con esto? Que no se comerá igual cuando estemos en un momento de plena actividad física que cuando estemos en períodos de descanso. Mugendo sirve como ejemplo: no nos vamos a alimentar de igual forma en época de entrenamientos que cuando estamos de vacaciones. Seguramente, durante la época de actividad ingeriremos más hidratos de carbono y electrólitos para no perder sales minerales y tener más energía mientras que, en épocas de descanso, nos alimentaremos más a base de proteínas y líquidos que impidan la pérdida del músculo.
A continuación, te explicamos los aspectos básicos, a grosso modo, que se han de tener en cuenta antes, durante y después de entrenar:
ANTES DE…
Antes del comienzo de la rutina, tendremos que nutrir el cuerpo preferiblemente con carbohidrato, azúcares, y proteínas:
- AZÚCAR Y CARBOHIDRATO: Aportan energía a nuestras células y erradican el cansancio. Es importante que sean de absorción lenta e integrales para alargar el aporte de energía. Ejemplos: Pasta, arroz y pan.
- PROTEÍNA: Para frenar la destrucción muscular. Podemos elegir entre proteína vegetal o animal. La elección depende del grupo sanguíneo de la persona, pues la digestión de éstas será mejor o peor en función de ello. Ejemplos: Vegetal (Lentejas) y animal (Carne de ternera).
DURANTE…
Cuando sudamos entrenando en el tatami, empezamos a sentir los músculos más cansados y empieza el agotamiento de nuestra intensidad. Aquí ya se han gastado buena partes de nuestras reservas. Es momento de proveerse con bebidas isotónicas, frutas, barritas energéticas o azúcar blanco (sales minerales y carbohidratos de absorción rápida) para que nos aporte el extra de energía e hidratación para acabar el entrenamiento. También podemos aportar proteína, mediante embutido de pavo o frutos secos.
DESPUÉS DE…
La estrategia adecuada es la de la ingesta en dos tiempos. En primer lugar, optar por ingerir carbohidratos de rápida absorción (cereal, plátano o leche) para evitar el proceso de destrucción muscular que genera el estrés del músculo durante el ejercicio. Acto seguido o al de poco tiempo, es interesante ingerir el tipo proteico correspondiente para poder reparar el musculo.
Cabe destacar aquí la importante necesidad de ingerir esos alimentos que mejor podamos asimilar, pues nuestra sangre está centrada en la reparación y oxigenación de los músculos, y ha dejado de lado al sistema digestivo.
Al alimentarse de forma adecuada, se colaborará al restablecimiento del orden en la estructura muscular, a la buena salud y el aumento de la calidad de la forma física. Así evitaremos limitaciones del rendimiento, fatiga muscular y lesiones indeseadas.
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